Performance en la que propongo un homenaje a Lidia Venegas, chilena, artesana y poeta urbana, chamana con la que he trabajado toda mi vida. Cuenta Lidia que su padre era pirquinero, (minero solitario), y vivían cerca de las minas, en la cordillera de Los Andes, su madre todos los días hacía tortilla, una de rescoldo (pan amasado de 30 cm de diámetro cocinado entre las brasas de la cocina a leña) y después de limpiarlo raspaba lo quemado, y con ese polvo hacía el café con leche y ese café ha sido el mejor de su vida. Tomo esa historia y la presento como una acción performática y rehabilitadora, quemando pan urbano en hornillo brujil con carbón, uso como raspador un pandero en cuya superficie adherí un trozo de malla de alambre, cada movimiento de raspado genera un sonido mezcla de rasras y cascabeles de pan(a)dero, este polvo negro cae en una taza de fierro enlozado, le agrego agua hirviendo de un viejo termo, y raspo sobre esta un trozo de tiza de sastre (metáfora de leche) este café con leche me lo bebo, aso bebés de sustancias (marchmelows) a los que les amarré un trozo de gasa pintada roja, espolvoréo sobre ellos y el fuego el sahumerio de la machi, y me los como.