Exhumación tipográfica de muñecos

Muñeca de papel se cansó
pero no dijo nada;
siguió dejándose escribir
se llenó de tinta
y a tiempo se salvó
de morir de punto final...

Guadalupe Morfin


En el intersticio de la ropa y el cuerpo circula cierta vez el miedo. Éste va inscrito como un resuello que florece en la gráfica de una piel subcutánea.
Nancy Gewölb reconstruye en esta obra somática un ropaje, cuya unicidad refleja reminiscencias de una prenda que evoca la desaparición.
Entre la obsesión de los límites que nos separan en la existencia y el tiempo, y la caída misteriosa fuera del tiempo y la existencia(1), ahí es donde la angustia realiza un ritmo pendular, que pareciera perseguir huellas de un culto prehistórico.
Por eso la impronta de su obra preindividual, recuerda haber buscado alguna vez en el trayecto, la expresión po-ética después y más allá de Auschwitz.
Tal vez en la vulnerable materialidad que resta, el individuo sostenido en el tiempo desencarna. Fundido en su sello hermético, retornar a aquel presente del pasado es doblemente irreversible. Aunque exhumar significa también, ‘traer a la memoria lo olvidado’.
En el vacío del tungsteno hay un heraldo, cuya figura totémica refleja al sujeto como un otro y en esa condición de resto hay un confidente en la tenue luz que narra un pasado del presente.

(1) Américo Ferrari (introducción), en César Vallejo, Obra poética completa. Madrid, Alianza Editorial, 1982.

Ricardo Loebell
Curador
Filosofía y Estética