Con tu cabello cobrizo, tus profundos ojos azules y una tez blanca casi incolora, te apareces tejedora.
Rechazada por la muerte y revivida para el arte, hoy te encuentro en la mas antigua de las tradiciones humanas, acompañada de tus ovillos que hilan los ríos del conocimiento, las ramas del desprendimiento y los despojos de nuestras experiencias somatizadas en un acto tan bello y social como el tejido.
tu performance admirable ,fina y sublime, pues al cargar con las experiencias de los que se unen al tejido, o las experiencias de quienes usaron cada trozo y que en tus manos se va conectando en cada nudo creado, es un mundo que solo los seres sensibles podrán apreciar.

Julio Ibacache